Últimamente recibo en la consulta personas con mucho miedo a equivocarse. De manera general, son personas muy válidas cuyas carreras profesionales y personales se desarrollan de manera eficaz. Algunas son jóvenes, con un buen expediente académico, otras de mediana edad con puestos de responsabilidad y con una valoración positiva por parte de sus jefes. Explico esto para destacar que, como “todo hijo de vecino” se equivocarán, pero que en el conjunto de acciones que desarrollan, no son relevantes en cuanto a lo que los otros aprecian.

La dificultad, en estos casos, reside en cómo se han construido su percepción del logro, “el éxito vale cero, el fracaso vale el doble”(Nardone). Así suelen ser especialistas en enfatizar cada pequeño error o falta como prueba de su ineptitud, siendo además insensibles a las señales de las personas que las rodean que, por el contrario, confirmarían su idoneidad.

Se ven, por tanto, atrapadas en una paradoja, al estar tan pendientes de no cometer errores, de demostrar diariamente que son válidas, suelen ser muy efectivas y precisas. Esto provoca que los demás tengan una buena valoración de sus logros y, en consecuencia, incrementen sus peticiones y expectativas (por ejemplo, con mayores responsabilidades laborales) lo que no hace más que aumentar su angustia y miedo a cometer errores.

Estas persoas poden chegar a sentirse como verdadeiros “impostores”, que xogan un papel que non lles corresponde, percíbense como non válidos e consideran que, ata o momento, tiveron sorte porque os demais non se deron conta, pero cren firmemente que esta situación pode cambiar en calquera momento. Loitan habitualmente cunha voz interna que lles lembra que non están á altura e que mina, diariamente, a confianza nos seus propios recursos.

Las soluciones más utilizadas por aquellas personas que temen no ser válidas son:

a)El Hipercontrol: de cara a paliar el sentimiento de incapacidad, tienen tendencia a esforzarse de cara a prepararse lo mejor posible, o trabajar más allá de lo exigido. Suelen revisar todo lo que realizan para evitar errores; si tienen que tomar decisiones, suelen entrar en un proceso largo al sopesar una y otra vez los pros y contras, sin que esto les permita de manera frecuente librarse de sus dudas.

b)La Delegación, la solicitud de ayuda o tranquilidad: la persona puede intentar delegar en otros actividades o decisiones en las que teme no ser válida, pedir consejo o tranquilidad continua sobre su propia capacidad.

c)La Autoconfianza: cuando se siente mal, la persona entra en un diálogo interno con la voz que le “susurra” su falta de capacidad, tratando de contrarrestar los terribles argumentos que le envía. Sin embargo, cuando más trata de tranquilizarse a sí misma peores resultados obtiene.

d)Renuncia: la peor de las soluciones intentadas, ya que en ésta la persona deja definitivamente de luchar. Asume su inadecuación, afectando áreas específicas de su vida, por ejemplo, dejar de buscar un trabajo gratificante o ser más generalizado y provocar el desarrollo de un problema depresivo.

Como en casi todo, la clave está en conseguir la medida justa, si bien el miedo a equivocarnos puede ayudarnos a avanzar al siguiente escalón, el perfeccionismo exagerado puede acabar por dejarnos atrapados en el mismo.

Evidentemente, todo esto se puede trabajar, en caso de que esta angustia provoque limitaciones en el día a día de las personas, porque en otras ocasiones, se presenta como un malestar, una sensación de inseguridad que las personas gestionan sin mayor dificultad.

Basado en: “L’ingannevole paura di non essere all’altezza: Strategie per riconoscere il proprio valore” (Roberta Milanese).