“Parece mentira con los esfuerzos que hago y así me lo agradeces”, “No te preocupes sal con tus amigos/as, yo ya me quedo en casa sola/o” o “Si haces eso mamá/papá se pone triste”, son algunos ejemplos de lo que comúnmente se conoce como chantaje emocional.

Se define como una forma de manipulación muy poderosa, en la cual personas afectivamente cercanas nos amenazan, directa o indirectamente, con castigarnos de alguna manera si no hacemos lo que ellos quieren.

El chantajista emocional sabe cuánto valoramos la relación que nos une a él. Conoce nuestros puntos débiles. A menudo está enterado de nuestros secretos más profundos. El chantajista actúa, la mayor parte del tiempo con bondad y ternura y sólo ocasionalmente recurre al arma del chantaje. Por eso es que resulta muy difícil detectar la aparición de un esquema manipulatorio en una relación.

Pero existen algunas señales que nos pueden advertir que estamos bajo el “influjo” de un/a chantajista emocional:

-Amenazan con poner fin a la relación si no se sigue lo que quiere.

-Hacen generosas promesas que están supeditadas a tu comportamiento y rara vez las cumplen.

-Siempre querrán más por mucho que les des, están convencidos/as de que acabarás cediendo.

-Ignoran o no hacen caso de tus aspiraciones y sentimientos.

-Te tachan de egoísta, malo, interesada, insensible cuando te mantienes firme.

-Cuestionan constantemente lo que haces (cómo cuidas a tus hijos, tu físico o forma de vestir).

-Amenazan con que se harán daño, se deprimirán o te complicaran la vida si no haces lo que quieren.

Cuando observes que otros tratan de imponer su voluntad independientemente del costo que ello representa para ti, no dudes que te encuentras frente al comportamiento básico de un chantajista emocional.