En un curso sobre mediación al que acudí, una de las ponentes nos explicaba cómo tuvo que realizar una mediación en la que uno de los temas a mediar era "quién se quedaba con los dientes de leche de la hija". La verdad es que el ejemplo me pareció, aunque extremo, muy clarificador sobre cómo las personas podemos enrocarnos en nuestras posiciones. El problema evidente ante el conflicto continuado en las relaciones entre los padres es el efecto que tienen en sus hijos/as.

Vamos a explicaros algunos de las posiciones relacionales en las que se pueden encontrar los niños tras la separación de sus padres. Es muy importante entender que éstas se crean como reacción a acciones concretas de uno o ambos padres. Además, habitualmente, los padres no son conscientes de las repercusiones que sus acciones tienen en sus hijos o hijas.

- El niño escindido. Esta situación surge porque una de las partes, tras la separación, decide actuar como si la otra no existiese, transmitiendo este deseo (no necesariamente de manera directa) a su hija. El resultado es que los niños se ven obligados a actuar ante cada padre/madre (y a veces también ante la familia de éstos) como si el otro no existiese.

- El niño mensajero. Probablemente una de las posiciones más habituales. Los adultos recurren al hijo para comunicarse entre ellos. Suelen provocar una gran ansiedad en los niños especialmente cuando los mensajes que se ven obligados a transmitir son de índole más emocional y más críticos. En otros casos, el niño puede utilizar su posición para manipular a los padres modificando u omitiendo ciertos mensajes. En este caso, el efecto negativo deriva del exceso de poder que se le proporciona.

- El niño espía. Uno o ambos padres tratan, a través del niño, de averiguar detalles de la vida de su expareja, a menudo sobre detalles íntimos. Así, el niño se ve colocado en un conflicto de lealtades, en especial cuando percibe que quien le sonsaca puede utilizar la información contra el otro, a nivel emocional o incluso a nivel legal.

Estas posiciones se crean como reacción a acciones concretas de uno o ambos padres quienes, habitualmente, no son conscientes del daño que provocan.

- El niño colchón. La niña asume la responsabilidad de tratar de minimizar el conflicto entre sus padres, seguramente algo que ya intentaba antes del divorcio: si el padre critica a la madre por algún descuido de ésta, tratará de defenderla “sin que se note” asumiendo él la culpa; y lo mismo a la inversa.

- El niño bate de beisbol. Nos referimos con este calificativo al niño al que sus padres directamente utilizan como arma para agredir al ex cónyuge.

- El niño invisible. Se trata de la niña que es ignorada por uno de sus progenitores, generalmente el no custodio, que básicamente abandona a su hija.

Basado en un artículo de Mark Beyebach

El niño dividido

El niño dividido

El niño espía

El niño espía

El niño invisible

El niño invisible